"Sonetos inéditos" de Homero Expósito: popular y secreto

Matías Mauricio es poeta, letrista, docente y académico de tango. Desde hace algunos años trabaja sobre la obra de fundamentales como Julián Centeya o Juan Carlos Lamadrid. Ésta vez nos trae un libro de "Sonetos inéditos" (Milena Caserola, 2019) de Homero Expósito, el fundamental autor de "Pedacito de cielo", "Afiches", "Maquillaje", entre otras obras cumbres del cancionero popular.  

No hace falta ser demasiado rigurosos, solo basta con aventurar un poco y nadie podrá negar que “Naranjo en flor” es uno de los tangos más cantados y grabados desde su aparición en el género. Aquella pieza que escribieron los jóvenes hermanos Expósito es, más allá de un caballito de batalla, un salvavidas para cualquier cantante. Con que su primer y enigmático verso suene en el aire de cualquier teatro, bar, fonda, cantina, lo que sea, el público entra en el éxtasis de lo conocido para que todos hagamos el pacto de la belleza. Lo que pasa con este tango es místico. Inefable.

Lo curioso es que –ya muchas páginas se han escrito y no ahondaré demasiado- los primeros versos son todavía un aljibe misterioso para aquellos exégetas de las letras del tango que buscan significado a todo. No es algo que no deba hacerse, al contrario, es algo fundamental para encarar el arduo ejercicio del canto, pero también, idealización mediante, quizá le estamos dando demasiada relevancia a las intenciones de un poeta casi adolescente. Vamos, que la literatura también tiene sus sinsentidos.

Al cantor uruguayo Gustavo Nocetti lo desvelaba el tango de Expósito. A tal punto que Néstor Vaz, bandoneonista y amigo de Nocetti, cuenta cómo pasaron todo un viaje en avión desde Méjico a Montevideo hablando de qué significaba aquello de “sufrir, amar, partir y andar sin pensamientos”, incluso el cantor llegó a hablarlo con su terapeuta sin encontrar la llave del sentido total al tema. No era para menos, “Naranjo en flor” había sido su primer hit y era, aunque a él mismo le pesara, un eterno pedido del público.

Lo cierto es que detrás de todo esto está la pluma de uno de los más importantes esgrimistas de la canción popular; Homero Expósito. No solamente un heredero de la tradición fulgurante de la letra cantada argentina sino de su literatura irreprochable. Alguien que, más que nadie, introdujo el aire nuevo, distorsionado, multicolorido de la nueva poética heredera del período vanguardista del principio del siglo y dijo cosas tan inextricables como hermosas y, más aún, populares: “trenzas del color del mate amargo”, “tu forma de partir nos dio la sensación del arco de un violín clavado en un gorrión”, “de tu país ya no se vuelve ni con el yuyo verde del perdón”, “tus letreros sueñan cruces”, etc. Allí, en el silbido de la tradición rioplatense está Expósito, uno de los poetas más impertinentes del repertorio tanguero. Especialmente la dupla con su hermano Virgilio fue un prodigio para la adquisición de creaciones que llega a puntos tan altos como “Vete de mí” o “Chau, no va más”, verdaderos animales indomables del canto tanguero. Y también con diabluras como la de “Eso, eso, eso”, que también recordarán algunos lectores. Digamos que quien puede lo más, puede lo menos. O, acaso, digamos que si se es popular, se es popular con fuerza.

De entre los rescates o los recuerdos de la obra de Homero Expósito está ese inigualable disco “Goyeneche canta Expósito” que es, en realidad y en su mayoría, una antología de los temas del poeta que cantó El Polaco, quizá el mejor intérprete que tuvo Mimo, como solían decirle al poeta. Pero más acá en el tiempo, aparecieron los discos de su hermano Virgilio versionando temas no tan conocidos de la cosecha de ambos bajo el título de “Cancionística”, un término que los hermanos acuñaron para referirse a la disciplina que se dedica especialmente a la construcción y arquitectura de las canciones. Ya cercanos a estos años tenemos los discos de Martín Alvarado, “Barquitos de papel” y el del Negro Falótico, “Sufrir, amar, partir”.

Hacía falta una cercanía con el mundo “papel” del autor y a esa tarea viene el poeta e investigador argentino Matías Mauricio que desde hace algunos años se dedica a rastrear la obra del autor de “Afiches”. De entre sus obras escritas casi desconocidas, Mauricio apuesta por una carpeta de sonetos y así saca a la luz estos invaluables “Sonetos inéditos”, libro que editó el año pasado la colección Mandrágora Porteña del sello Milena Caserola.

Matías Mauricio no solamente es uno de los poetas y letristas jóvenes más celebrados de la nueva camada tanguera sino que es además editor y forma parte de la Academia de Tango de Argentina. Es director de la ya mencionada colección de Milena Caserola y ha desempeñado, desde hace varios años, un trabajo de arqueología en la literatura tanguera que ha de ser fundamental para el panorama de las letras asociadas a la estética orillera.

En un fascinante preliminar escrito por Mauricio, se explica algo de la idiosincrasia de Expósito ante la poesía escrita y el por qué del ejercicio “sonetístico”, tanto que no solo elige la forma de Quevedo, Lope de Vega o Petrarca, sino que juega con ellos del modo en que se le da la gana. Así vemos cómo el poeta domina contenido y forma y cómo hace de eso una ética: “No puede un tipo escribir un tango si no escribe un soneto”, sentencia uno de los míticos Homeros.

Al respecto de este trabajo, conversamos con Matías Mauricio.

1)      Sé de tu trabajo con la obra de Homero Expósito, ¿por qué específicamente el interés sobre él? ¿Son circunstancias similares a tu trabajo profundo sobre la obra de Julián Centeya? 

Mi interés fue escarbar en el asombro. A Homero Expósito vengo mordiéndole los talones desde niñín, te hablo de mis catorce, quince años. Llego a su letrística en sincronía con mis primeras zambullidas en la literatura de vanguardia: dadá, creacionismo, surrealismo. En esa condensación su obra me reveló un nuevo hallazgo: lo surreal en la canción de cuño popular con elementos del cotidiano; esto se ve muy claro en el Expósito de las “trenzas de color de mate amargo” o en aquella otra imagen del “arco de violín clavado en un gorrión”. Ramalazos desconcertantes que se manifestaron en mí como descubrimiento de eso que podríamos llamar “surrealismo latinoamericano”, concepto que terminé de comprender olfateando la obra del poeta Enrique Molina, es decir, un surrealismo que se maneja bajo L'amourfou pero lejos del maniquí francés y el urinario intervenido por el dadaísta Duchamp.

Respecto de mi anterior trabajo sobre Julián Centeya, puedo decirte que se dio en ambos casos, ese intentar ir hasta el domicilio del hueso, digo esto a razón de que próximamente(si Dios, Troilo y el Diablo lo quieren) saldrá un nuevo trabajo sobre Homero Expósito, pero esta vez será un largo estudio en torno a su cancionística. 

2)      ¿Cuál es el germen de este libro “Sonetos Inéditos”? 

La pista me la entregaron las muchas entrevistas a Homero en medios gráficos de época. El poeta volvía una y otra vez sobre la importancia de la literatura del siglo de oro español y como al pasar soltaba un soneto inédito o algún que otro concepto en torno a ese artefacto poético. Nelly Expósito (su compañera) una tarde me sorprende con estas palabras: –Matías, acá tenés las carpetas de Homero. Te imaginás ¿no? Cada hoja, un milagro: recortes de notas, poemas en verso libre, esquelas, letras de canciones inconclusas o no editadas, fotografías y sonetos inéditos… muchos sonetos; en algunos casos agrupados y rotulados bajo un título postizo con pretensiones de ser publicado. Recuerdo que entre los papeles apareció una nota de prensa en la que hacía referencia a sus libros inéditos: “lamentablemente no tengo editores humanos que los banquen, quizá lo hagan los perros vagabundos unidos”. Como diría Julián -ya que lo nombraste anteriormente-, una tarde me calcé los manuscritos al hombro, llegué a casa, los desparrame en la mesa de trabajo y crecí hasta perro. 

3)      En un fragmento de tu liminar citás a Homero Expósito diciendo "...no puede un tipo escribir un tango, si no escribe un soneto...". Como letrista, investigador y docente, ¿estás de acuerdo? 

Sí, una de las tantas sentencias de Homero; siempre ácido, punzante. Sin embargo, creo que el ojo afilado sabrá encontrar en esa frase otros venenos, quiero decir, la mera construcción de una letra para canción o un soneto está al alcance de todxs; es muy sencillo aprender su estructura, rimar y contar una historia; el misterio es si dentro de ese edificio alcanzás a decir esa “otra cosa”, llámese poesía, gracia, belleza, duende…Bien sabés, José, que hay poemas sin poesía; y entiéndase bien, cuando digo poesía no refiero al mero juego retórico, sino a esa otra cosa que no sabría cómo llamarla, pero que al leerla o escucharla te aguijonea para siempre. 

4)      También se menciona el concepto de “cancionística”, si bien está brevemente definido según los términos de los Hnos. Expósito, ¿qué es para vos ese término? 

Mi concepto es el siguiente: la cancionística se da en la voz de quien interpreta la obra que alberga melodía y letra. Pero vayamos un paso más; el “hecho cancionístico” lo completa el monstruo de las mil cabezas (pueblo) que toma y las más de las veces descarta. Sin la aceptación de ese oído vector, la canción es pájaro de una sola ala. 

Matías Mauricio

5)      ¿Qué tiene la obra de Expósito que sea inédita en otros grandes poetas y letristas del género? ¿Es el primer “vanguardista” en términos poéticos? 

Yo tengo como primer vanguardista a Ángel Villoldo, vuelvan la mirada sobre su obra y se darán cuenta. Homero Expósito, -si bien, tocado por Homero Manzi, Enrique Santos Discépolo y en cierta forma por Francisco García Jiménez y Alfredo Le Pera- sin nombrar las fuentes provenientes de la literatura universal, es tal vez el poeta que nos revela todo ese abanico de la vanguardia literaria europea de los ‘20 aplicándolo a la letrística del género. Nadie antes que él se atrevió a tanto en lo que refiere a imagen poética. Incluso no es posible un Horacio Ferrer (a vos que te resuena tanto su obra) sin un Homero Expósito. Sé por conversaciones con Horacio de la devoción que profesaba por este hombre. 

6)      Una vez José Pablo Feinmann dijo: “cualquier escritor de habla hispana tiene que ser un erudito en Borges”. ¿Podría pasar lo mismo con Expósito y los tangueros, amén de los letristas? 

Si estás en el hecho creativo -sea cual sea la disciplina- todo es motivo de alimento. Este arco puede ir de una pintura de Richard Dadd al sonido que produce un pan al frotarlo en las rodillas; del pregonar de lxs vendedorxs de feria a la visión de un ciervo que vomita manzanas celestes. En relación a este juego creativo, a esta suerte de esponja, se cuenta que Salvador Dalí mientras pintaba pedía que le pongan ese tango que hablaba del “agua blanda” quién sabe en ese gesto conectaba con la inspiración, con sus relojes blandos. 

7)      Imagino que habrá muchas cosas, pero, ¿podés contar otros asombros al entrar tan directo en la obra inédita y casi oculta del poeta? 

Homero tocó esa cuerda que todxs lxs que escribimos soñamos alcanzar: la voz propia; y en su obra no publicada ese retozo se siguió dando. Te comparto dos que se encuentran dentro sus letras inéditas: Una de ellas cuenta la historia de una persona que retorna a su barrio de infancia, sin mezquindades, solo lo mueve el deseo de compartir con sus vecinxs la alegría de una vida que medianamente le sonríe; lxs vecinxs–en silencio- sueltan todos sus venenos, a tal punto que esos ojos de la envidia –dice Homero-Nos dan en la espalda/ como cerbatanas de puerta cancel. En un vals que lleva de nombre Bonita, una vez más nos sorprende salpicándonos de arroyos, naranjos, flores de lino, almendros y frutillas, (creo que este fue su verdadero aporte dentro de la cartografía del tango) es decir, su escritura de coloratura líquida que perfumea: “era tan sencilla como el beso para el viaje/ una fina sonrisa de encaje/ y un salvaje dulzor de frutilla” 

8)      Este libro sale a través de Milena Caserola y de la “Colección Madrágora Porteña”. Como viene el panorama, ¿se hace fundamental defender esas trincheras? ¿y el tango? ¿también? 

Este año se cumplen 10 años de la Mandrágora; Milena Caserola siempre sorprende, como a los buenos magos nunca llegás a verle el truco. Mati Reck (director de Milena Caserola) es un duende bueno, a todo dice sí, inclusive yendo a pérdida.

Respecto de mis trincheras, todo pertenece a un mismo tejido: el tango, las notas periodistas, la creación de letras y poemas, la docencia, ahora mismo como derrame de la pandemia que desguazó como nunca a lxs trabajadorxs de tango y puso al destape las pésimas políticas culturales de la Ciudad de Buenos Aires (algo que ya era vox pópuli), emprendo una nueva travesía: el colectivo CAT (Compositorxs y Autorxs de Tango) gestado con varixs compañerxs en defensa y visibilidad de nuestras canciones que va desde hacer efectivo el planilleo, seguimiento y pago certero de las liquidaciones de nuestras obras en SADAIC a luchar por más tango de creadorxs vivxs en radio, tv y demás medios de difusión; entre estas primeras acciones se está conexionando el  Catálogo del CAT para vehiculizarlo como enlace entre lxs artistas y medios de difusión. En fin, la trinchera la llevamos puesta. 

9)      Una vez hablamos de Jorge Monte y “Jeringa”, ¿hay toda una literatura periférica de estética “tanguera” por descubrir aún? ¿quiénes te parece a vos que serían los “olvidados”? 

A finales del 2019 me invitaron a dirigir desde la editorial “La Docta Ignorancia” una nueva colección vinculada al tango y la ciudad. La llamé “Desde los márgenes”, poco a poco aparecerán estos olvidados y olvidadas, por caso, Juan Carlos Lamadrid, la prosa de Cátulo Castillo, entre otrxs. 

10)   Vos sos uno de los letristas más jóvenes y más celebrados, ¿tu laburo como investigador ha cooptado un poco esa parte? ¿se hacen yunta valiosa? 

En cierto punto la investigación, la docencia, mis pertenecías a las Academias de Tango y Lunfardo, el Departamento de Tango del CCC (Centro Cultural de la Cooperación), la edición de libros y el yirar constante me empujaron a dejar de escribir letras para canción por más de tres años y medio, esporádicamente, acomodé alguna que otra construida años atrás y la entregué. Pero creo que esa parálisis tuvo un correlato de crisis personal respecto de qué, cómo y para quién contar. Debo decirte que este cotidiano de vivir enjaulado producto de la pandemia que nos toca atravesar, me devolvió el fuego de escribir letras para canción. Vengo trabajando fuerte en la confección de un nuevo cancionero junto a Javier Arias (director y arreglador de la Orquesta Típica Misteriosa Buenos Aires) ambos estamos en busca de otros colores dentro de la cancionista de tango, reflotando la idea de un cuerpo de obra en dupla compositiva (algo que se ha ido perdiendo con el paso del tiempo). A la par, también trabajo unos primeros tangos junto a Osvaldo Piro, es decir, toda una travesía…



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