"El diario de Sandy", una novela de Martín Cirio

"El diario de Sandy". Martín Cirio.
Planeta. 2019


Gracias, Youtube…

El fenómeno de los youtubers ha sabido dar algunas sorpresas. Algunas por calidad, otras porque su masividad ha traspasado tantas plataformas y criterios que se ha hecho imposible no toparse con la propuesta.
En Uruguay, probablemente haya sucedido con el canal “Tiranos temblad”, indiscutible y aclamado proyecto que cruzó bocas, comentarios, notas, menciones, destaques, etc. Un canal donde se recopilaban, a manera de informativo, muchísimos videos semanales de acontecimientos nimios sucedidos en el territorio suavemente ondulado de nuestro país. Se trataba de una forma hilarante de revisar lo cotidiano en una vorágine de imágenes licuadas, a la que se le agrega la voz monocorde de su creador, Agustín Ferrando.
Otra consideración necesaria, quizá, sea que, desde hace algún tiempo la “propuesta youtuber” ha roto el esquema determinante de la edad o de lo generacional. Si bien quizá en algún principio la idea fue tomada por el público mas “teen” de los consumidores, luego aparecieron tan variados proyectos como compradores pudieran haber: veteranos, cocineras, adultos, chicas trans, cuerpos contra hegemónicos, etc. Siempre, además, con base en una estética adolescente, con youtubers que convocan paralelos a los medios “tradicionales”. Digamos, además, que el concepto se ha ido diversificando y, con esto, especificando y puliendo: dejando de lado a los chicos y chicas que cuentan su vida, aparecen actores, cantantes, creadores de contenido, reseñadores de libros, discos y películas, etc. También, claro, como en todo, podemos encontrar el canal perfecto para las voces intrascendentes, el pasatismo, la chabacanería. Se trata de una verdadera red casi infinita en la que se cumple el vaticinio de Warhol y todos podemos encontrar nuestra fama, más o menos duradera.
Teniendo en cuenta varios de los particulares mencionados, probablemente sea Martín Cirio –también conocido como “La Faraona” – quien combine todas las facetas de la posibilidad youtuber; se trata de un adulto de treinta y pocos años que atrae público muy disímil e intergeneracional y que, al mismo tiempo, cuenta con videos que rozan lo innecesario a la vez que pone en jaque a políticos con moralina al viento o cantantes de cumbia mercenarias de dudosa higiene mental. También logra, lenguaje desbocado mediante, una acción revulsiva que se balancea entre considerarlo un pelotudo o un referente queer con una forma “alter” de cuestionar y erosionar algunos paradigmas heteropatriarcales. Probablemente sea el amor-odio lo más inevitable en sus seguidores, tal como expresa su “roast yourself” (una canción en la que cada youtuber se critica o se parodia a sí mismo recogiendo los comentarios de sus haters).
Desde sus viajes y aventuras sexuales en India o Egipto, Martín Cirio no ha parado de aparecer por todos lados, y el tiempo le ha dado para pelearse con Maru Botana, con una diputada argentina o con La Bomba Tucumana. También es posible verlo en shows, fiestas, canciones de Youtube, su incansable Instagram o en sus proyectos “Martina tu celestina” y “Carolos en el bar”, que reúne a algunos colegas suyos como Lizardo Ponce, Pablo Agustín o Papryka (del grupo teatral “Hecatombe”). Imparable bombardero de información, banal o alucinante, entre las caras de La Faraona, este año conocimos la de escritor. A través de la Editorial Planeta, salió a la calle la reedición de “El diario de Sandy”, la primera novela de Martín Cirio.

“Es hoy, amor. Es hoy o nunca”

Sandra es una chica trans que al mismo tiempo que se hizo una reciente operación de reasignación de sexo, decide renunciar al call center donde trabaja, dejar Once, su barrio de la infancia, olvidar a su madre viuda y empezar una nueva vida viajando con Rodrigo, su novio virtual con el que ha quedado en encontrarse en el norte de Argentina para cruzar la frontera y emprender juntos el sueño de llegar a pie a “los Estados Unidos de Norteamérica”, como nombra la protagonista al país del norte. De la misma forma que elige el nombre largo elige el ideal de ser actriz una vez que llegue allí. Un sueño tan ambicioso como el nombre completo de EEUU.
El primer encuentro con Rodrigo da el cachetazo inicial al sueño de Sandy ya que el bello chico que la conquistó por skype, resulta ser un “gordo con cara de bueno” que, si bien mueve los sentimientos de la protagonista, no llega a despertar el instinto de loba que guarda para el sexo y que, todo el tiempo, nos hace conocer desde un principio.Allí se construye un axioma de la realidad queer/trans, y es que hay tal resignación frente a la relación fallida o violenta, que el hecho de recibir cierto contenido afectivo además de lo sexual se le vuelve problemático a Sandra durante gran parte del libro. No solamente la relación con Rodrigo se volverá lenta gracias a esto, sino que conoceremos parte de la vida pasada de la protagonista a través de los flashbacks en los que sabemos algo del origen, el pasado Sandro de Sandra. Asimismo, Sandy no ha contado toda la verdad, aún toma hormonas, su sexo aún no puede ser usado, el tono de su voz va y viene y su ideal femenino está de estreno, por tanto Rodrigo no ha sabido que ella es una chica trans. Al menos la condición naif de la protagonista le hace creer eso.
De camino por Latinoamérica, Sandy y Rodrigo se encuentran con Patricio, un hippie porteño que propone esos climas demasiado distendidos, con una carga de “buena onda” que será salvación en algunos momentos, o bien, el tormento de Sandra. También aparecerá, el principio virtualmente y luego en carne y hueso, Alejandra, la ex compañera de trabajo de Sandy, quien brindará un apoyo vía mail y whatsapp para el viaje y, al mismo tiempo, para que nos enteremos parte de la vida laboral de Sandra y de su compañera, una chica joven que conoció también a Sandro y que tiene una obsesión copiosa por acostarse con cantantes famosos.
Uno de los condimentos de la novela que da lugar a su estética pop. De esta manera se abre la puerta para las referencias reales, desde los Back Stereet Boys hasta Ricky Maravilla y Nacha Guevara. Ángeles de la cultura pop argentina de los 90´y primera década de los 2000 serán Marcela Morelo y Áxel, ídolos musicales de Sandy. Sin embargo la guardiana de los sueños de la protagonista será Geri Halliwell, la ex Spice Girl cuya biografía, “If Only”, será la Biblia de nuestra protagonista. El ideal de la chica pobre llegando lejos y atravesando su camino heroico hasta convertirse en ídola ha de ser la guía constante para los sueños pobres de Sandra. Todo al estilo criollo y sudaca; pintoresco, verídico, confesional y golpeado.
Een el medio del viaje aparecerán desventuras sexuales y amorosas de los personajes, caídas en hostels de mala muerte y pueblos hostiles hasta las felicidades pequeñas del entusiasmo. La narrativa se convierte en una crónica de viajes donde el poder de observación toma toda estrategia de la escritura y se vuelve notable. Lo cierto es que la forma de narrar que utiliza Cirio decanta en una hilarante ficha pormenorizada de aquellos rasgos que solo capta quien está muy atento a lo que sucede alrededor. Y esto no estará solamente reflejado en la descripción que construye cada capítulo, sino también en el dominio del registro oral que se aparecea en “El diario de Sandy”. Los personajes hablan de forma muy verídica, con fórmulas realmente pescadas gracias a una escucha atenta que se deja ver entre las líneas que afloran de la narración. No así está dominada la escritura, el formato de diario complica la verosimilitud de concepción del texto, es decir, la historia detrás de lo escrito bajo el formato diario, no resulta tan creíble como el contenido. De todos modos, es un detalle en el servicio de un contenido que supera este bache.
Quizá la escena más tensa y desprovista de humor del libro sea el momento en el que la protagonista es sometida a la violencia sexual de dos lugareños de Bolivia. La trama y el andamiaje ficcional están justamente formadas, se trata de un espacio muy cuidado dentro de la novela. Luego, pasada la oscuridad del momento, nuevamente la anécdota sabe ser incrustada dentro del estilo con el que la narrativa venía desenvolviéndose, entre la tristeza y el humor de estar tranquilos de que eso ya ha sucedido y la ironía tristona que contrastan con la desfachatez original. Sin embargo todo mantiene su equilibrio.

Un poquito Cirio

Con ciertos ribetes al estilo Dani Umpi, especialmente conectada con su última novela, “Un poquito tarada” (Planeta, 2012) por sus conexiones pop, la multiplicidad de voces y la forma de construir lo diverso a través de un mundo muy rico y lleno historias en una sola trama, Martin Cirio logra en “El diario de Sandy” un primer paso más que interesante en la creación literaria, sobre todo en ese estilo entre lo frívolo y lo revelador.
Esta primera novela es una forma de arrancarse risas al mismo tiempo que uno deshila algunos nudos complejos de la existencia disidente: por pobres, por queers, por distintos. Cirio sabe cómo andar esas calles de barrio y narrar, tras la pátina colorida de lo rimbombante, las formas complejas y tenaces de quienes pelean por ser quienes quieren ser. La novela desnuda la lucha constante de aquel que dice “yo también existo”.
Claro que por momentos será muy fácil reconocer a La Faraona en Sandy, a Nacho en Rodrigo, al youtuber en el escritor/narrador, pero lo ideal sería que eso fuera un guiño, más que un problema. Esta vez podemos tratar de no encandilarnos con la risa. Aceptarla sí, como un regalo tibio, pero leer más allá, la historia mínima, el grito o el dolor traficados detrás de las luces. Ese juego con el que hacemos visibles ciertos mundos.

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