"Roto", de Enrique Campos. Acqua Records. 2019 |
Aclaremos
algunas cosas. Cuando decimos Enrique Campos, quizá lo primero que nos viene a
la cabeza es aquel cantor de tangos nacido en Colonia Suiza, en suroeste
uruguayo, que cantó con la orquesta de Tanturi y que afinaba y emitía un sonido
claro como pocos. Para tener un ejemplo hay que escuchar la versión de “El
viejo vals” a dúo con Floreal Ruiz acompañados ambos por la orquesta de
Rotundo. Por otro lado, cuando hablamos de “tango queer” a lo mejor también
tengamos una primera imagen; las florecientes milongas y propuesta de baile que
proponen una estética gay friendly, donde hombres bailan con hombres y mujeres
con mujeres, quizá lo más arriesgado respecto de este último concepto sea la
propuesta de los bailarines Jampi Ramírez y Daniel Arroyo. Pero bueno, hoy, al
fin, ambas imágenes se han quedado cortas.
En
Febrero de este año salió “Roto”, un disco de tangos del cantante Enrique
Campos, un Enrique Campos Otro, nunca mejor dicho.
Este nuevo
cantante (poeta, periodista, performer) nacido en el 82´ pone en una serie de
tangos clásicos una mirada verdaderamente “rara”, allí, en su forma de cantar,
tan border como seductora, se produce el fenómeno del tango queer. Y no
solamente por usar este término filo yankee “cool”, y no solamente porque a lo
mejor tengamos un cantante de impronta gay, sino porque en su forma de
versionar y de re-versionar los tangos aparece el fuego sagrado e íntimo del
género y del des-género estético. En “Roto” se quiebran al fin las ataduras
dolorosas de la reciedumbre varona que propone el arquetipo del “cantor de
tango”. La gola dura se ablanda y con ello, el canto de Enrique Campos bucea, en
este disco, en el territorio pasional de cada interpretación logrando un tango “nuevo”
a raíz de una lista de clásicos.
Con unos
arreglos viscerales que se acoplan perfectamente a la pulsión del canto, con
una reminiscencia al tango punk de yumbas y arrastres, aparecen logradísimas
versiones de temas como “La vi llegar”, una gema de Centeya y Francini tan poco
transitada como valiosa, o “Maquillaje”, de los hermanos Expósito. Puntos
fuertes del disco son “Loca tuca de Dios”, el extraordinario tango de Fito Páez
que se hizo clásico tango del rock en la voz de Fabiana Cantilo, o la delicada
puesta en voz de “Zamba para olvidar”. Incluso se vuelve atractiva la presencia
de “Pasional” en la voz de Campos, un tango ríspido en general pero que, con la
forma despojada de esta voz/ alter se
vuelve puro fuego. Casillero aparte para la presencia de María Graña en un dúo
aplanador que versiona “Cristal” de Mores y Contursi.
“Roto” es
un disco hecho desde el sentimiento tanguero más genuino de la entraña de este
tiempo, se trata del verdadero camino “raro” desde el cual transitar el género,
un género en disputa tan fragmentado y diverso como el cuerpo de Butler.
Estamos ante un intérprete y una cofradía de músicos que en verdad proponen la
senda del tango “queer” cantado, en la forma de pararse ante la historia, al
incluir tangueses roqueras, o al estrenar temas inéditos. Nunca molesta la idea
de “clásicos” ya que la forma es tan novedosa que el disco aparece lleno de
recién nacidos.
“Roto” es
tango que rompe, con la violencia tierna de abrir camino, aunque sea a sopapos,
a golpes de taco, a musicales mordiscones de belleza.
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